martes, 21 de febrero de 2017

Calor más barato con aerotermia.



Estos equipos, que extraen hasta un 75% de la energía del aire exterior, son los únicos que proporcionan tanto calefacción y refrigeración como agua caliente y ahorran en torno al 50% respecto a otras calderas.



Los equipos de aerotermia, que extraen hasta un 75% de su energía del aire de la atmósfera y solo un 25% de la electricidad, se han propuesto ganar la batalla a las calderas de gas natural y gasóleo y convertirse en el sistema estrella para calentar las viviendas españolas. Pero están haciendo méritos para ocupar un lugar bastante más importante y ambicioso. Estos aparatos de última generación funcionan igual que una bomba de calor tradicional, pero con el plus de ofrecer tres funciones distintas: refrigeración en verano, calefacción en invierno y agua caliente sanitaria todo el año. "Hoy en día, no hay ninguna otra tecnología disponible con las mismas capacidades y funciones", dice Carlos Gómez Caño, director general Toshiba Calefacción & Aire Acondicionado, que recuerda que estas bombas de calor aire-agua multifunción no son calderas, "no generan residuos ni humos de combustión contaminantes, porque no hay combustión".
La firma Toshiba ha elaborado un estudio comparativo en diversas zonas geográficas de España donde las necesidades de calefacción son muy diversas. Su conclusión es que los sistemas de calefacción por aerotermia son capaces de calentar los hogares, como mínimo, un 25% más barato que el gas natural y su precio es un 50% inferior si se compara con los costes de calentar las viviendas con calderas de gasóleo.






Este sistema "puede llegar a proporcionar un ahorro anual cercano a los 125 euros para una vivienda media española de 100 metros cuadrados", señala Nuno Lourenço, director de ventas de aire acondicionado de LG España. Hay que tener en cuenta que el gasto medio anual en energía de los hogares españoles es de 990 euros y que la mitad (495 euros) se destina a cubrir los gastos en calefacción, porcentaje que puede llegar hasta el 71% en una casa unifamiliar aislada en una zona fría de España, según los últimos datos publicados por el IDAE.

Renovable y desconocida

Tal ahorro tiene su origen en la aerotermia, una de las energías renovables y limpias menos conocidas. A diferencia de una caldera de gas natural convencional, su funcionamiento está basado en transportar el calor en vez de generarlo, "por lo que resulta cuatro veces más eficiente", apunta Lourenço.
Además, funcionan con radiadores de baja temperatura, fancoils o suelo radiante. "Precisan de una temperatura del agua de 45 o 50 grados, pero no de 60 como es el caso de los radiadores convencionales que funcionan con calderas de gas", explican en la firma Panasonic. Este fabricante recuerda que "esta tecnología está reconocida como fuente de energía renovable por una directiva europea (2009/28/CE), y en la mayoría de países europeos se está incentivando su instalación con el objetivo de reducir la factura energética y consecuentemente las emisiones de CO2". Además, la aerotermia encaja con las políticas de descarbonización europeas para 2020 y con el paquete de medidas recientemente publicado por la Comisión Europea que fomenta el uso de tecnologías limpias, concluye Pilar Budi, directora general de la Asociación de Fabricantes de Equipos de Climatización (AFEC).
El funcionamiento es como el de cualquier bomba de calor tradicional: intercambia la energía del aire con el refrigerante que hay en su interior para extraer el calor de la habitación en verano y acondicionarla o tomar la energía del aire exterior en invierno para calentar el interior, incluso aunque fuera haya 25 grados bajo cero.
Pero el ahorro energético no es la única ventaja de estos aparatos, que se componen de una unidad interior (que sustituye a la caldera), otra exterior (igual que cualquier bomba de calor) y un depósito de agua. Los costes de mantenimiento y propiedad son prácticamente nulos y no necesitan revisiones periódicas, como en el caso de las calderas de gas y gasóleo.
Estos equipos, que cuestan entre 5.800 y 10.000 euros sin incluir la instalación, no son unos desconocidos en el mercado español pero la mejora de sus rendimientos está haciendo que su comercialización esté creciendo a gran velocidad. "Es un mercado que está en plena expansión, que en los últimos años ha experimentado crecimientos de dos dígitos y que, previsiblemente, seguirán registrándose en próximos ejercicios gracias a la apuesta por la descarbonización liderada por la Unión Europea,", apuesta Nuno Lourenço.
Según las estimaciones de Toshiba, se han instalado en torno a 100.000 aparatos en las viviendas españolas entre 1996 y 2016. El pasado año se vendieron más de 7.000 unidades, con un crecimiento superior al 40% respecto al año anterior. Y de cara a 2020, se comercializarán más de 40.000 unidades anuales. Pero sigue siendo un mercado minoritario comparado, por ejemplo, con el francés: solo en 2016 se vendieron en Francia más de 100.000 equipos de aerotermia para climatización y agua caliente sanitaria, una cifra 15 veces superior a los 7.000 equipos vendidos en España. "Nos acercamos a un mundo eléctrico sin quema de combustibles y la calefacción vivirá la misma revolución que otros sectores, aquí protagonizados por la bomba de calor, la aerotermia", considera Carlos Gómez, de Toshiba.
Estos equipos se enchufan a la red eléctrica, pero son capaces de transformar una unidad de electricidad en tres o más unidades de calefacción o refrigeración, explican en AFEC.





687 euros al año

En una vivienda unifamiliar de 180 metros cuadrados (situada en Zalla, Bizkaia), la calefacción por aerotermia consumiría al año 6.667 kilovatios/hora, lo que supondría un coste anual de 687 euros. Se incluyen los costes fijos de la factura eléctrica con una tarifa de discriminación horaria. La misma vivienda, con una caldera de condensación de gas, consumiría anualmente 20.747 kilovatios/hora, con un coste de 937 euros anuales (tras gastar 2.300 m3 de gas). Mientras, una caldera de gasóleo consumiría entre 2.154 y 2.619 litros de combustible para generar entre 21.930 y 26.677 kilovatios/hora, con un coste que oscilaría entre 1.293 y 1.572 euros, según el estudio realizado por Toshiba.

Fuente . el Païs.

La tecnología permite a los vehículos eléctricos suministrar energía a la red, pero choca con la regulación.



En los días posteriores a la catástrofe nuclear de Fukushima, el 11 de marzo de 2011, la necesidad de obtener energía llevó a los japoneses que poseían coches híbridos a convertirlos en generadores de emergencia. La crisis aceleró el desarrollo de vehículos eléctricos y de sistemas de almacenaje de energía en Japón por parte de grandes marcas como Nissan, Toyota y Mitsu­bishi. Al mismo tiempo, al otro lado del Pacífico, el profesor Willett Kempton, de la Universidad de Delaware, llevaba 14 años trabajando en una tecnología para que un coche eléctrico pudiese tanto recibir como suministrar energía a la red. En 2013, dos años después de Fukushima, Kempton por fin conectó 15 coches Mini-E para que funcionaran como una pequeña central eléctrica y así se certificó el nacimiento de la tecnología V2G (vehicle to grid, vehícu­lo conectado a la red.


A mediados de 2015, la industria del automóvil dio otro pequeño pero significativo paso en el uso de este sistema. Nissan y la compañía eléctrica italiana Enel se aliaron para realizar un histórico ensayo de V2G en Dinamarca. "Se seleccionó a un particular, un propietario de un modelo Nissan Leaf totalmente eléctrico, y se le instaló un conversor en su casa. La experiencia demostró que un vehículo eléctrico puede integrarse perfectamente a la red, cargar en horas valle y suministrar en horas punta para reducir las fluctuaciones", explica David Barrientos, portavoz de movilidad inteligente de Nissan. La marca japonesa calcu­ló además que ese usuario danés podría obtener un beneficio anual de unos 1.350 euros por vender la energía de su coche a la red, además de ahorrar en su propia factura.
Más tarde, también en el país nórdico, Nissan y Enel se asociaron con la empresa californiana ­Nuvve y un grupo de vehículos comerciales del área metropolitana de Copenhague para crear el primer centro mundial de V2G. En este caso, la flota de un centenar de furgonetas está preparada para conectarse a unos conversores capaces de generar unos 100 kilovatios. Dinamarca es uno de los países con uno de los mercados energéticos más liberalizados y pionero en experimentos con tecnología V2G para almacenar la energía procedente de fuentes eólicas cuando hay fuertes rachas de viento y verterla a la red en momentos de calma.




 

Las perspectivas para la V2G son halagüeñas excepto porque la tecnología aún debe sortear las regulaciones que impiden que un usuario pueda libremente desengancharse y engancharse a la red. "La estricta regulación en muchos países, entre ellos España, es lo único que impide que la V2G avance más rápido", explica Arturo Pérez de Lucía, director de la Agrupación de Empresas Innovadoras de la Infraestructura del Vehículo Eléctrico (Aedive).
Lo cierto es que el V2G está sujeto en España a las mismas restricciones que se aplican a quien genera electricidad con paneles solares o con turbinas de hélice, que no pueden comercializar esa energía. "De momento, un usuario puede almacenar esa carga del coche en una batería y utilizar la energía cuando le convenga en su casa; lo que no puede es cedérsela o venderla a un tercero", explica Carlos Sánchez Criado, director del portal movilidadeléctrica.com. "Las propuestas de reforma regulatoria que hay sobre la mesa incluyen la posibilidad de verter a la red el excedente producido y no consumido a cambio de energía al mismo precio, y que una comunidad de vecinos sea capaz de generar electricidad, pero en ningún caso se contempla la posibilidad de vender a la red", añade Sánchez.


Aparatos por 3.500 euros

Para aquellos que quieran almacenar la energía de sus coches para usarla en momentos de tarifas más elevadas hay en el mercado soluciones de almacenamiento doméstico como el xStorage Home, desarrollado por Nissan y la firma Eaton. El sistema puede obtener energía del sol, de la red o de un Nissan Leaf. Se puede comprar con baterías recicladas o nuevas: en el primer caso cuesta desde 3.500 euros sin instalación y sin IVA para una capacidad energética de 3,5 kilovatios y por 3.900 euros para las de seis kilovatios; en el segundo caso, los precios de partida rondan los 5.000 euros.
Recientemente, también Mercedes-Benz redobló su apuesta por en el negocio del desarrollo de conversores V2G para el mercado estadounidense a través de una nueva filial llamada Mercedes-Benz Energy. La marca ya estaba en el negocio de los conversores desde 2015 y este año ha lanzado más aparatos para el uso de particulares. Mitsubishi también tiene una versión del Outlander que puede verter energía a la red, pero, de momento, solo se comercializa en Japón. "Ampliar el uso de vehículos híbridos enchufables es nuestro caballo de batalla", dice Javier de la Calzada, jefe de prensa de la marca japonesa en España, "pero aún quedan muchos obstáculos regulatorios para que sea viable comercializar esa versión del Outlander en este mercado".

Fuente el País.